Antonio Damasio y Viktor Frankl: encuentro a partir de los conceptos de homeostasis y de sentido.

Dos son las inquietudes que me han llevado a escribir este artículo. Primero la de tender puentes, de convertir en algo real el deseo Frankliano de que la logoterapia dialogara con otras disciplinas. Y segundo, que desde que conocí la logoterapia, hace ya 18 años, sentí que el concepto de sentido me parecía muy natural, muy orgánico. Que aunque fuéramos los humanos los que nos preguntáramos por el sentido de la vida, las plantas y los animales vivían sin saberlo una vida llena de sentido. Sólo hay que vivir con un gato para entenderlo, o ver como funciona todo en las selvas y los bosques. Solo que en su caso, el instinto y el principio de homeostasis según Damasio y otros, les determina a elegir la opción con más sentido que tienen enfrente. En cambio a nosotros los humanos, el instinto, como tantas otras cosas, solo nos condiciona; y por la gracia de lo libres y responsables que somos debemos discernir cual es la opción que más sentido tiene y realizarla. Con lo que sabemos actualmente quizá no haya un salto evolutivo tan diferencial entre animales y humanos, sobretodo cuando vemos ciertos comportamientos de mamíferos y primates, pero eso ya seria para otro debate, aunque quizá este artículo aporte algo a la cuestión.

Empezaré citando a Frankl: “(…) la existencia humana no puede, en realidad, carecer nunca de sentido: la vida de la persona conserva su sentido hasta el aliento final (…). Mientras la persona conserva la conciencia, sigue siendo responsable frente a los valores de la vida, aunque estos sean solamente los que llamamos de actitud. Mientras el hombre es un ser-consciente, es también un ser responsable.” [i] Del sentido que encontramos realizando estos valores de la vida es de lo que creo que nos habla Damasio.

Leyéndolo en su último libro, “El extraño orden de las cosas”, me di cuenta que el concepto actual de homeostasis nos puede ayudar a entender el concepto de sentido de Frankl, y nos puede ayudar a tender un puente con otras disciplinas que desde otros lugares llegan a ideas bien interesantes sobre el sentido de, y el sentido en, la vida. Curioso como mínimo porque como sabemos Frankl estaba muy en contra de que el principio de homeostasis fuera un principio de motivación para los y las humanas.  En cambio para Damasio, des del estudio de las raíces biológicas de la cultura, nos dice que los sentimientos, como regidores de la homeostasis, vendrían a ser los árbitros de la calidad de los actos humanos. En palabras de Frankl, nos vendrían a decir si algo tiene sentido o no lo tiene. Y aunque sea para cada ser humano en su aquí y ahora, siempre tiene que ver con los otros y el mundo, o en cómo me posiciono ante un destino inevitable.

Para Damasio los objetivos de la homeostasis, como principio regulador de la vida, son: la supervivencia, la prosperidad y la reproducción potencial. Nos dice: “las muchas especies de nuestro linaje que nos precedió produjeron por evolución y transmitieron genéticamente una clase de mecanismos intermedios capaces de producir respuestas emotivas complejas y pro homeostáticas que también son, con mucha frecuencia, respuestas sociales. El componente fundamental de estos mecanismos (…) es responsable de desplegar impulsos y motivaciones y de responder de manera emotiva a diversos estímulos y situaciones. (…) los mecanismos intermedios producen respuestas emotivas complejas y las experiencias mentales subsiguientes (sentimientos), la homeostasis podía actuar de forma transparente. Los sentimientos se convirtieron en factores de motivación para nuevas formas de respuesta, engendradas por el intelecto creativo del ser humano, rico y único, y su capacidad motriz.” [ii]

¿No será el sentimiento que sentimos cuando realizamos la opción que tiene más sentido central en esta cuestión? Porque además a nivel homeostático la mejor opción es objetiva, tal y como eran para Frankl las opciones de sentido. En definitiva, para la supervivencia y el progreso de la humanidad, toda, no solo yo o los míos, los sentimientos, y afirmo yo que tal y como lo define Damasio, cuando sentimos que algo tiene sentido podría ser el principal de ellos, son trascendentales para los humanos como factor motivacional y como brújula frente a las diferentes opciones de acción que tiene el ser humano en cada momento. Aunque los sentimientos “son” de la dimensión psíquica según Frankl, hay algunos como el amor que en realidad pertenecen a la dimensión noética, y aquí se trataría de un fenómeno parecido. Nos dice Damasio para refrendar esto: “En organismos complejos, los sentimientos desempeñan un papel fundamental en este proceso (el de la regulación vital)  a dos niveles. (…) cuando los organismos se ven obligados a actuar fuera del rango de bienestar y caen en la enfermedad y derivan hacia la muerte (…) los sentimientos actúan perturbando el proceso de pensamiento para inocularle, de alguna manera, la capacidad de esforzarse para alcanzar un rango homeostático adecuado. (…) Además de generar preocupación y obligar a pensar y actuar, los sentimientos sirven como árbitros de la calidad de la respuesta. En último término, los sentimientos son los jueces del proceso creativo cultural.(…) Sentimientos y razón se encuentran indefectiblemente unidos en un abrazo reflexivo bidireccional.” [iii] ¿No nos está hablando aquí de otra manera del sentido y de la conciencia ética que Frankl situaba entre lo emocional y lo racional, como algo intuitivo y prerreflexivo? Y más, en El hombre Doliente nos dice[iv]: “Y no tenemos inconveniente en reconocer que esta hipótesis nuestra es afín al concepto de un a priori biológico en la línea de Konrad Lorenz. No se puede excluir, en todo caso, que la autocomprensión axiológica prereflexiva, como yo la llamaría, tenga un sustrato biológico y, en este sentido, sea una realidad <<preformada>>.”

Para reforzar este argumento, encontramos en Damasio también una posible explicación sobre las neurosis que no hace sino reforzar la visión que tenia Frankl de las mismas, tanto las noógenas como las reactivas y las psicógenas. “(…) la mente cultural hace frente al drama humano y explota las posibilidades humanas (…) el puente lo proporcionan los sentimientos, expresiones mentales del estado homeostático. Puesto que mentalmente los sentimientos representan el estado que destaca en la homeostasis en un momento dado, y debido al trastorno que pueden generar los sentimientos, estos actúan como factores de motivación del intelecto creativo, para que este se involucre en el proceso y se convierta en el eslabón de la cadena que es responsable de la construcción real de la práctica o del instrumento cultural.” [v]  Y uno de esos instrumentos de los que nos habla Damasio son los fuegos de campo, práctica que posiblemente tiene más de un millón de años de antigüedad, y que nos sirvió para tener un espacio después de un día de caza y recolección (valores creativos), para socializar, para que la comunidad se restableciera (valores vivenciales) y se pudieran hacer las grandes preguntas que los humanos nos hacemos al anochecer mirando al cielo estrellado (valores actitudinales).

En el libro Damasio también nos habla de las bases biológicas de la mente cultural humana que son sustrato del altruismo, del “Dasein”, “del ser y el deber ser” y de la autotrascendencia. En próximos artículos seguiré tratando de desarrollar este puente que actualiza, conecta y refuerza a la logoterapia y el análisis existencial con las disciplinas más contemporáneas.

Miquel Viaplana Ramírez, febrero de 2019.

[i] Frankl, V. (1978). Psicoanálisis y Existencialismo: De la psicoterapia a la logoterapia, p. 76. México: Fondo de Cultura Ecónomica.

[ii] Damasio, A. (2018). El extraño orden de las cosas: La vida, los sentimientos y la creación de las cultura, p. 235. Barcelona: Ed. Planeta S.A.

[iii] p. 236 Ibid.

[iv] Frankl, V. (1987). El hombre doliente: Fundamentos antropológicos de la psicoterapia, p.76. Barcelona: Herder Editorial, S.L.

[v] p. 230 y 231 Ibid.

 

 


CRÓNICA DE UN VIAJE A RUANDA

Como muchas personas en Europa, yo había oído hablar del genocidio en Ruanda cuando sucedió en 1994, pero no había dejado de ser una más de tantas noticias que nos llegaban amortiguadas por las pantallas de la televisión o por el papel de los periódicos. Recuerdo, eso sí, que pensé que había pasado muy poco tiempo desde la guerra de los Balcanes y la invasión de Irak, y se reforzó mi visión pesimista de la humanidad desde la perspectiva histórica.

Años después, una amiga que sabía de mi vocación por trabajar con y para las personas refugiadas me regaló un libro, Survivantes, que cuenta de una forma implacable la historia de su protagonista, Esther Mujawajo, y de todo un pueblo. Y lo hacía rodeando el horror y lo inimaginable para llevarnos de la mano al abismo, poder asomarnos, y acompañarnos hasta la salida – para volver, transformados aunque extrañamente intactos, a nuestra vida cotidiana.

Cuando conocí a Eva y a Christoph en Chassignolles, Francia, donde participé como profesora durante 5 veranos, me hablaron de su deseo de llevar la logoterapia a Ruanda, y les dije que, por supuesto podían contar conmigo; igual como me habían ayudado mis maestros de Alemania y Austria viniendo a España, yo vendría, si era necesario, a Ruanda siempre que quisieran. Y Eva no olvidó mis palabras; en una cultura oral, las palabras tienen gran valor aunque no estén firmadas. Y aunque Eva lleve apellido alemán y tenga la tez clara, los ruandeses dicen, disculpándose ante nosotros que sí somos umuzungu, que Eva « no parece europea ». Se disculpan porque es un piropo : se entrega totalmente a las personas, es generosa, trabaja día y noche por los demás, sin horarios… y su enorme corazón es de un negro profundo, consistente y totalmente africano. Lo que queda de su Alemania natal además de la tez descolorida es su acento un poco peculiar.

Primera jornada del congreso “Decir sí a la vida” en Kigali, 27 de noviembre de 2015

Primera jornada del congreso “Decir sí a la vida” en Kigali, 27 de noviembre de 2015

Ahora, ya de vuelta después de diez días intensos en los que recorrimos el país de sur a norte y de oeste a este, siento que tampoco yo voy a olvidar las palabras de los ruandeses. No voy a olvidar las palabras de Jean de Dieu, que hizo llorar al auditorio al explicar su historia, una historia de dolor, de fracaso, de violencia, de vergüenza, “porque tal vez pueda ayudar a otros”. A nadie se le ocurrió que tomaba demasiado espacio. Y mientras hablaba largo rato en kinyarwanda, nosotros, que no comprendíamos ni una sola palabra, comprendíamos la grandeza de su gesto y comprendíamos que para los demás fuera tan importante escucharle y darle un lugar a su relato. Mucho más importante que respetar el horario previsto de la jornada.

No voy a olvidar tampoco las miradas del público que escuchaba con atención la vida de Frankl, y cómo asentían, respiraban, lloraban con él y con sus experiencias. “Ellos también lo han vivido”, me dijeron luego mis colegas ruandeses. Ellos sabían lo que era sufrir la injusticia, la violencia, perder a la familia, sentirse desesperado. Y también sabían lo que era volver a encontrar un sentido a la vida – y acompañar a los que no lo lograban encontrar todavía. A los que seguían perdidos, sin saber cómo era posible seguir viviendo después de haber visto a un hombre ir a buscar a los hijos de su mejor amigo, que estaban jugando, como cada día, con sus propios hijos, para que los mataran los milicianos hutus; cómo obligaban a las mujeres a matar a su marido y a sus hijos, y a los hombres a matar a su esposa y a sus hijos; cómo los vecinos, los padrinos, los familiares delataban, perseguían y asesinaban sin pausa para “acabar el trabajo” de exterminar definitivamente a los tutsis – y a los que les defendían o les perdonaban o les ayudaban. A los supervivientes que quedaban enterrados durante días entre los muertos, a los que tenían que escuchar los gritos de las víctimas, luego ya solo de los asesinos, y más tarde el silencio, cuando todos habían muerto; a los que habían visto cómo aquellos que buscaban un lugar seguro, una iglesia, una escuela, un convento, una embajada, eran asesinados en masa, enterrados vivos, quemados, y sus cuerpos abandonados, lanzados a los ríos o tirados a las letrinas.

Jardín en un centro de hospitalización para personas con problemas de salud mental (por estrés post traumático) y adicciones en Kigali. “Queremos que tengan un lugar digno y bonito”

Jardín en un centro de hospitalización para personas con problemas de salud mental (por estrés post traumático) y adicciones en Kigali. “Queremos que tengan un lugar digno y bonito”

Exterior del centro de hospitalización para personas con problemas de salud mental y adicciones con Kigali al fondo

Exterior del centro de hospitalización para personas con problemas de salud mental y adicciones con Kigali al fondo

Ellos comprendían perfectamente que el sufrimiento pudiera llegar más lejos, ser aún más profundo que en un campo de exterminio: a la salida, al descubrir que todos habían muerto, cuando “las palabras ya no pueden expresar tanta tristeza”. Por eso las que escribió Frankl a su amigo Rudolf Stenger en mayo del 1946 sonaban distintas, densas y aun más verdaderas, si cabe, en Kigali y en Butare: “Ya nada es importante. No tengo ni un hogar, ni una patria, no puedo encontrar raíces. Todo está destrozado, es fantasmagórico, y está cargado con recuerdos tristes – o dulces, y por ello aun más dolorosos. (…) Es tan doloroso tomar conciencia de lo increíblemente ilimitado del sufrimiento. En el campo de concentración pensabas que habías llegado al punto más bajo; pero llegabas solo cuando volvías a casa, “libre”. Realmente libre – demasiado libre.”

Hablar de Frankl en un contexto de tal profundidad de sufrimiento, palpable en todas las miradas, en la escucha conmovida y compartida, era impactante y estaba cargado de una gran responsabilidad. Pero aun lo era más escuchar los testimonios de quienes habían logrado sobrevivir a su sufrimiento, y de quienes habían acompañado a otros en el infierno y habían buscado con ellos la salida. Impfura ishinjagira ishira, “quien es virtuoso camina dominando (o superando, o aprendiendo a manejar) su sufrimiento”, dice un proverbio en kinyaruanda. Como nos enseñó Edouard, la cultura ruandesa tiene elementos de resiliencia que nos son muy familiares a los logoterapeutas.

Intervención en la facultad de medicina de la universidad de Butaré

Intervención en la facultad de medicina de la universidad de Butaré

“Ponéis palabras a lo que nosotros vivimos”. Es lo que nos decían los ruandeses mientras nosotros aun temblábamos de emoción tras haber escuchado su testimonio. Como el del père Jerome, a quien el título del ciclo de conferencias “Decir sí a la vida” (que recupera el título original del libro más conocido de Frankl, “A pesar de todo decir sí a la vida”) le inspiró a explicar su experiencia. Con un talento para la oratoria digno de la mejor escuela de retórica (el de una cultura fundamentalmente oral, que cuida y respeta las palabras), nos arrastró con su relato a su país en el año 1994, justo después del genocidio contra los tutsis, y nos habló de las viudas que estaban sentadas fuera de la iglesia y que le dijeron que no querían escuchar misa, que no tenía sentido después de todo lo que había sucedido. El lo aceptó, y, en lugar de tratar de convencerlas, de insistirles para que entraran, se sentó con ellas y las escuchó. “Me dijeron que ya nada tenía sentido, que no querían ni podían continuar con su vida cotidiana, que la bondad había sido ’genocidada’. Yo les escuché, y luego les dije, ¿podrías tratar de recordar algún acto mínimo de bondad, uno solo, por pequeño, por ínfimo que sea, durante el genocidio? Y entonces una de ellas recordó que un día, cuando iba por la calle desnuda porque le habían arrancado los vestidos, una mujer le lanzó un trozo de tela para taparse. Otra explicó que una familia le había escondido en su casa una semana. Otra contó que alguien le había dado algo de comida. Otra acababa de reencontrar a su nieto, que había sido protegido por unos vecinos. Y así, poco a poco, cada una de ellas encontró algún acto de bondad que había vivido durante el horror absoluto. Y entonces les dije: si sumáis cada uno de estos pequeños actos, tal vez sí lograremos reconstruir la bondad. Y entonces, poco a poco, estas mujeres empezaron a retomar su vida, a ir al mercado, a cuidar de sus hijos, que también volvieron a ir a la escuela. Y al cabo de un tiempo llegaron a ser unas novecientas viudas en este grupo, que compartían sus experiencias, que se ayudaban unas a otras.

Segundo día de las jornadas en la facultad de medicina de la universidad de Butaré.

Segundo día de las jornadas en la facultad de medicina de la universidad de Butaré.

Y luego, un día, vinieron a verme las mujeres de los hombres hutus que estaban en prisión porque habían cometido los actos terribles del genocidio. Me dijeron que veían lo que las mujeres de este grupo habían logrado, que veían cómo habían mejorado, y me pidieron formar parte del grupo. Yo les dije que yo no tenía inconveniente pero que se lo tenía que preguntar a ellas. Cuando hablé con ellas me encontré con resistencia, al principio, pero lo hablaron, lo hablamos, y finalmente decidieron aceptarlas. No fue fácil, pero poco a poco fueron integrándose en el grupo. Y al cabo de los años este grupo de mujeres llegó a 1.581.“

Ningún escrito puede reproducir la humanidad de este hombre de cuerpo grande y de alma inconmensurable. Y cuando alguien del auditorio nos preguntó cómo se trabajaba, en concreto, desde la logoterapia, solo tuvimos que recordar el relato de este acompañante de personas en sufrimiento para ilustrar “la mirada logoterapéutica” sobre el ser humano. La mirada que sabe que, en cualquier circunstancia, aun en el sufrimiento extremo, la vida de una persona tiene sentido. La mirada que ve que esa persona única e irrepetible tiene algo que aportar al mundo, algo que nadie más podrá hacer de la misma manera. La mirada que no impone, no empuja, que espera, que escucha y que busca con el que sufre. La mirada de quien sabe que las viudas que lo han perdido todo, también la esperanza, van a lograr encontrar pedacitos, harapos de bondad para reconstruir su confianza en los otros, en el mundo, en la vida (en ruandés, confianza y esperanza son una sola palabra: icyzere). La mirada que no les señala donde está el camino, pero que abre puertas, con respeto, con cuidado. «Es cierto que el sufrimiento inevitable ofrece una última posibilidad de autorrealización. Y nosotros (como acompañantes) debemos mostrar con mucha precaución esta posibilidad fundamental. Pero solo puedo pedir el heroísmo de esta autorrealización a una sola persona: a mí mismo”. Es lo que dice Frankl, es lo que explicó Jerome: se muestra lo que la persona no es capaz de ver en el mundo, y se sabe lo que la persona puede lograr hacer, sin empujar, sin imponer. Y luego es la persona la que se siente atraída por eso que está ahí afuera, esperándole, la que a partir de esa relación incondicional, de afecto, de solidaridad, de compasión, de empatía, puede llegar a ver las estrellas que muestran un posible camino y se pone en movimiento. Y, aunque sea tentador verlo así desde nuestro contexto individualista, no se trata de un proceso individual: la noción frankliana de autotrascendencia, la visión del ser humano como ser-con es una evidencia para los ruandeses: Kubaho ni ukubana, “vivir es vivir en comunión con los otros, vivos o muertos”, dicen. Y la empatía y solidaridad de las viudas, que adoptan a los huérfanos, que se ayudan en la vida cotidiana, que escuchan y compadecen, que incluso comparten grupo y ayuda con las viudas de los asesinos de sus familias, de los violadores de sus hijas, es tan necesaria como conmovedora.

El père Jerome no habló de las 10 tesis de Frankl. Pero dejó clarísimo que cada persona es única e insustituible cuando dijo, lentamente, el número de viudas que participaban en su grupo: no más de mil, no unas mil quinientas, sino: mil quinientas ochenta y una. Y sabías sin que recurriera a ningún texto filosófico que cada una de ellas era alguien importante, imprescindible, insustituible, cuya existencia hacía que el mundo fuera diferente.

Christoph Habiyambere presenta la última jornada en la Universidad de Ruhengeri

Christoph Habiyambere presenta la última jornada en la Universidad de Ruhengeri

Llegamos a Kigali el 26 de noviembre una delegación de 9 europeos de Francia, Bélgica, Alemania y España y al día siguiente empezaba un recorrido geográfico, emocional, intelectual y espiritual de una intensidad que no por esperada fue menos bouleversante (no logro una palabra en castellano que quiera decir a la vez remover, conmocionar y transformar). Se celebraron 6 intensas jornadas de conferencias y también de trabajo en grupo en Kigali, Butare, Kabgayi y Ruhengeri para reflexionar juntos, europeos y ruandeses, logoterapeutas formados y logoterapeutas de vocación, sobre cómo desarrollar la logoterapia en Ruanda en el futuro. Como dije el último día de conferencias, no habíamos venido para encontrar la felicidad sino para apoyar a estos logoterapeutas pioneros de Ruanda, pero cuán llenos nos fuimos de relatos, de testimonios, de admiración, de emociones intensas y compartidas, de plenitud y de felicidad generosamente regalada.

Entrada al memorial del genocidio en Kigali

Entrada al memorial del genocidio en Kigali

En Kigali visitamos el memorial del genocidio el día antes de nuestra partida. Paseamos entre las tumbas anónimas, rodeadas de jardines, donde están restos humanos que se han podido recuperar de las víctimas. Nuestros colegas ruandeses nos explicaron el proceso que había llevado al genocidio: la estrategia de los colonizadores de generar estereotipos étnicos para dividir a los ruandeses; la propaganda contra los tutsis, tan parecida a la que había tratado de deshumanizar a los judíos en Europa, las masacres y torturas, el sinsentido de una adscripción étnica de la que muchos, como los judíos en Europa, no eran conscientes hasta que venían a matarlos; la planificación minuciosa del genocidio, la indiferencia occidental… Y también nos contaron su participación en los pasos hacia la recuperación y la reconciliación en los tribunales gacaca (“gachacha”), como en el caso en que su testimonio había exonerado a un miliciano hutu que había tratado de ayudar a los tutsis, tratando de alejarles de los lugares donde iban a ser masacrados, aunque sin éxito, puesto que al ver el uniforme huían despavorido
En el interior del memorial había una sala circular con las fotos que habían traído los familiares de los que estaban enterrados en las tumbas comunes. Los adultos. Porque en la planta superior había una sala dedicada exclusivamente a los miles de niños asesinados, con las fotos de algunos de ellos, acompañadas de una breve descripción: nombre, edad a la que murió, comida preferida, característica o peculiaridad, juguete preferido, y, aunque no siempre, qué fue lo último que vio. “Cómo asesinaban a su madre».

Ruanda8
Tumbas anónimas en el memorial. Bajo estas losas están centenares de miles de restos humanos. En los tribunales comunitarios (Gacaca, pronunciado “gachacha”), que recuperan una costumbre tradicional ruandesa, se reúnen las personas del barrio o del pueblo y los culpables del genocidio tienen la posibilidad de pedir perdón, de decir a los familiares supervivientes dónde están los restos de sus seres queridos, de denunciar a otros culpables, de cambiar la pena de prisión por trabajos para la comunidad, y de pedir perdón. De este modo, los familiares pueden encontrar y enterrar a los seres queridos y el sistema judicial ordinario no queda colapsado durante décadas para juzgar uno a uno a los numerosísimos victimarios

Fue toda una lección la que nos dieron los ruandeses al final del recorrido por el memorial, cuando había que ir a la siguiente reunión de trabajo a la que llegábamos tarde, y en cambio, en vez de darse prisa, se tomaron todo el tiempo necesario para contemplar con atención, con compasión y respeto la sala donde se mostraban los otros genocidios, los de Camboya, Armenia, Alemania… Se detenían ante cada uno de los paneles, que ya habían visto en otras ocasiones, pero con su interés y su presencia sosegada y conmovida honraban a cada una de las víctimas.

En esa ocasión volví a recordar, como en tantas otras ocasiones durante este viaje a un país desconocido y a lugares desconocidos de mi paisaje interior, el cuento del rabino que pregunta a sus estudiantes:

La delegación europea con miembros del Forum ruandais de logothérapie

La delegación europea con miembros del Forum ruandais de logothérapie

– ¿Cómo sabemos que la noche ha llegado a su fin y que el día amanece?
– Porque podemos distinguir a una oveja de un perro – dijo un estudiante.
– No, no es la respuesta – dijo el rabino.
– Porque – dijo otro estudiante – podemos distinguir una higuera de un olivo.
– No – dijo el rabino -. No es la respuesta.
– Entonces, ¿cómo lo sabemos?
– Cuando miramos un rostro desconocido, un extraño, y vemos que es nuestro hermano, en ese momento ha amanecido.

Cristina Visiers Würth, diciembre de 2015


PREPARANDO EL VIAJE A RUANDA

El pasado fin de semana, 11 y 12 de julio, se reunió en Levallois-Perret, Francia, un grupo de logoterapeutas de Ruanda, Francia, Bélgica y España para preparar las jornadas de Ruanda del 27 de noviembre al 4 de diciembre de este año.

Se elaboró, a partir de las propuestas del FORL (Forum Ruandés de Logoterapia) y de las necesidades del público previsto, un programa para una jornada de un día en Kigali, dos tardes en Butaré y un día en Ruhengeri. El último día se prevé un encuentro con los miembros del FORL y personas interesadas que hayan asistido a las jornadas que deseen implicarse en el proyecto, para plantear la estrategia de continuidad del proyecto. Se prevé que asistan entre 150 y 200 personas a cada ciudad: responsables de instituciones, sobretodo dedicadas a la salud, estudiantes de medicina y psicología, trabajadores de un hospital universitario especializado en cáncer, profesionales del ámbito sanitario y social en general, miembros del comité de reconciliación, etc.

Durante el trabajo de formación y preparación en Levallois-Perret, Francia
También se hizo una breve formación en cuestiones de cultura y, específicamente, sobre algunos elementos culturales de Ruanda que los ponentes europeos deberán tener en cuenta en sus intervenciones e intercambios.

Entre los asistentes se repartirá gratuitamente la traducción al Kinyarwanda del libro de Viktor Frankl: «El hombre en busca de sentido», cuya traducción y revisión han asumido miembros del FORL.

Fue muy emocionante escuchar las palabras de Édouard, miembro del FORL, cuando explicaba por qué los ruandeses que han oído hablar de la logoterapia creen que les puede ayudar:

«En Ruanda la logoterapia es muy esperada, porque gran parte de su problemática está asociada a cuestiones existenciales, a la cultura de la muerte, a los duelos, las pérdidas, las persecuciones a lo largo de la historia, al no reconocimiento de la dignidad de la persona.

Desde la logoterapia se ve que para el ser humano, aunque haya sufrido tragedias, no todo se ha acabado. Queda una dimensión sana que hay que activar. Se les puede decir: en ti hay una energía que se puede activar. Y esto va al encuentro del optimismo ruandés, y de su concepción del mundo que tiene en cuenta lo espiritual, la dimensión noética. Conceptos como resiliencia, reconciliación, solidaridad son fundamentales en nuestra cultura, y aun más actualmente».

El grupo de trabajo para el proyecto de Ruanda, en el parque junto
al lugar del encuentro

El crowdfunding es esencial para poder apoyar este proyecto. El plazo se acaba el 31 de julio de 2015. Para colaborar, a partir de 5€ :
En inglés: /save/_embed/http://www.kisskissbankbank.com/en/projects/dire-oui-a-la-vie-logotherapie-au-rwanda–2
En francés: /save/_embed/http://www.kisskissbankbank.com/fr/projects/dire-oui-a-la-vie-logotherapie-au-rwanda–2
En español (traducción automática!): /save/_embed/http://www.kisskissbankbank.com/es/projects/dire-oui-a-la-vie-logotherapie-au-rwanda–2


UN PROYECTO CON MUCHO SENTIDO

Os quiero presentar un proyecto con mucho sentido, a cuyos promotores conozco personalmente y en los que confío plenamente. Los colegas de la Asociación Francesa de Logoterapia, a los que conozco desde hace 7 años y en cuya formación he participado desde entonces, llevan años apoyando a profesionales de países como Haití o Ruanda, en los cuales la logoterapia puede ayudar a las personas a superar las grandes dificultades pasadas y también presentes. Primero lo hicieron informalmente: todos colaboraban para pagarles los billetes, conseguirles el alojamiento, y subvencionarles la formación. Yo misma compré los libros de Frankl en español a un alumno que también hablaba en ese idioma, por ejemplo.

Con los años se han ido organizando mejor para apoyar a estos valientes profesionales que quieren quedarse en sus países para ayudar a sus habitantes, a pesar de que tendrían oportunidades para emigrar a Europa. Su esfuerzo ha cristalizado en un proyecto para introducir la logoterapia en Ruanda: hacer unas primeras jornadas, traducir “El hombre en busca de sentido» a un idioma africano para los que no saben francés ni inglés, y apoyar a estos profesionales pioneros en estos primeros pasos que, como sabemos los que hemos pasado por esa experiencia, son los más difíciles, pero también los más importantes.

En el proyecto está implicada la dra. Eva Roetgers, alemana que vivió en Ruanda durante 33 años, así como los ruandeses Chrisptoph y Edouard. Conozco personalmente a Eva y a Christoph, y también puedo dar testimonio de su valía e integridad personal, su gran implicación profesional y de su coraje en la superación de situaciones límite de mucho sufrimiento. (Adjunta una foto de la formación en 2011 con miembros de la ALF, Eva, Christoph, y otros participantes).

Yo me he puesto personalmente a disposición de la ALF para colaborar en este proyecto en la medida de lo posible. Se trata de un proyecto de cooperación desde dentro y entre profesionales al mismo nivel, sin paternalismos ni etnocentrismo. Los principales donantes son los propios profesionales que participan, que además de contribuir al crowdfunding, pagan muchos de los gastos ellos mismos.

Os animo a que colaboréis en el crowdfunding (a partir de 5 €). Podéis leer la información en inglés o en francés.
Os pido también que compartáis esta información con vuestros contactos.

Muchas gracias, un abrazo,

Cristina Visiers Würth
Fundadora de ACLAE (Associació Catalana de Logoteràpia i Anàlisi Existencial)
Presidenta de ACLAE entre 2000 y 2014)


CIENCIA CON SENTIDO

No tenemos por qué negar la necesidad de que nuestros descubrimientos se vean confirmados por la investigación estrictamente empírica“. Los logoterapeutas de Barcelona estamos de acuerdo con esta afirmación de Frankl, y por eso organizamos una Jornada gratuita sobre evidencia científica y logoterapia en la Acadèmia de Ciències Mèdiques de Catalunya i Balears.

jornada aclae abril 2015

Michael Thir, psicólogo e investigador del Instituto Viktor Frankl, llegó de Viena para hablarnos de las investigaciones realizadas en los últimos diez años sobre el impacto del sentido en la vida sobre la patogénesis y la resiliencia, sobre la utilización, estandarización y revisión de los instrumentos diagnósticos específicamente diseñados desde y para la logoterapia y sobre la eficacia clínica de la logoterapia en pacientes con diversas patologías. Desde el Instituto se lleva a cabo la importante tarea de buscar y sistematizar la investigación empírica de la logoterapia, que está llegando cada vez de más países de todos los continentes en todo el mundo.

Fue tambén muy interesante y emotiva la intervención de Francisco Gil, psicooncólogo en el Institut Català d’Oncologia de Bellvitge, quien nos explicó su experiencia aplicando (y adaptando) el modelo de «psicoterapia centrada en el sentido» desarrollado por W. Breitbat a partir de la teoría y obra de Frankl para pacientes con cáncer avanzado. Le agredecemos la aportación de su experiencia clínica, de su trato cercano, humano y genuino con los pacientes y con los profesionales, de su interés por adaptar los instrumentos y los conocimientos a la realidad de las personas que están al final de la vida y a las que acompaña para ayudarles a «morir en paz».

IMG_3078

La presidenta de la Asociación Española de Logoterapia, Mª Ángeles Noblejas, nos recordó que el conocimiento que proporciona la investigación sobre las cuestiones existenciales del ser humano no lo define en su totalidad, antes de hacer un repaso al estado de la investigación logoterapéutica cuantitativa, básica y aplicada en España. Fue impactante escuchar a una persona dedicada con el máximo rigor a desarrollar la investigación empírica en el ámbito de la logoterapia, con poco apoyo pero con una energía y tenacidad envidiables que, al mismo tiempo, muestra sin temor los límites de su trabajo a la hora de comprender al ser humano en su complejidad.

Los logoterapeutas de ALEA y ACLAE continuaremos impulsando la difusión de la logoterapia en todas sus dimensiones, también la de la investigación empírica, entendiendo que es necesaria para mantener el rigor en nuestro trabajo y que facilita el diálogo con otros profesionales del ámbito sanitario.

IMG_3085